Homily of Cardinal Justin Rigali
Holy Hour for Comprehensive Immigration Reform
Cathedral Basilica of Saints Peter and Paul
June 25, 2006
En el evangelio de San Juan, él nos cuenta como Jesús, durante la última cena, se levantó de la mesa y se puso a lavar los pies de los discípulos, como un símbolo de la profundidad de su infinito amor y del vínculo entre la Eucaristía y el servicio a nuestros hermanos. En la Eucaristía el Señor nos da su cuerpo y sangre, su alma y divinidad.
La Eucaristía es el don de la vida eterna, pero al mismo tiempo es una obligación para nosotros de vivir como Jesús. Él se humilló para lavar los pies de los Doce, y nos manda a hacer lo mismo. Como cristianos, no podemos vivir para nosotros mismos; estamos llamados a servir a nuestro prójimo como nos manda Jesús.
En el debate sobre la inmigración nuestra fe nos enseña que un país soberano tiene el derecho a controlar sus fronteras, pero no es un derecho sin límites. No puede ejercer control solamente para enriquecerse, y el control debe ser practicado con misericordia y justicia.
El sistema de inmigración de los Estados Unidos está roto. No sirve ni a aquellos que quieren venir al país como inmigrantes, ni a los que ya viven acá. Como cristianos, como católicos, como gente de fe, tenemos la obligación de pedir de nuestro gobierno que mejore las leyes de inmigración para servir bien las realidades del mundo de hoy día.
¡En este debate, tenemos tantas oportunidades de servir a nuestros hermanos como Jesús nos manda! Por la oración y acción para una reforma comprensiva, por el respeto para las culturas del ser humano, y por tantas maneras de ayudar a las personas en necesidad, imitamos y obedecemos el mandato y el ejemplo del Señor Jesucristo.
¿Intentamos hacer lo que hizo Jesús? ¿Estamos listos a levantarnos de la mesa y a servir a los demás?
La Iglesia nos llama a un respeto mutuo entre la cultura del país y las de los inmigrantes.
La historia de los Estados Unidos es una historia de inmigración. Cada grupo de inmigrantes llega con su propia cultura y contribuye a la cultura de este país. Al aprender de las varias culturas del mundo presentes en nuestro país, podemos entender mejor la belleza de la creación de Dios.
Hoy día no sabemos qué pasará con la legislación para la reforma migratoria. Ya sabíamos que no sería fácil, y al parecer, el Congreso no va a llegar a ningún compromiso este año. Pero es esencial que sigamos en nuestros esfuerzos para una reforma comprensiva y justa. Aunque es duro y a veces estamos tentados a perder la esperanza, sigamos pidiendo de Dios que Él nos guíe e ilumine a los que no entienden la importancia de esta reforma.
Hoy no es un día de acción ni de manifestación, es un día de oración. Oremos para que nuestro país siga como un país que da la bienvenida a los inmigrantes; oremos para que nosotros tengamos la fe de continuar en nuestros esfuerzos para lograr el respeto a la dignidad humana; oremos por los que sufren en este país y en todo el mundo debido a la pobreza, los desastres naturales, las guerras y las enfermedades; oremos para que los gobiernos de cada país trabajen para mejorar sus condiciones, para que sus habitantes no tengan que huir de sus hogares. Más que todo, oremos para que continuemos en este debate en paz y sin abandonar las obligaciones de nuestra fe. ¡Señor Jesús, escúchanos!